fuente: latarde.com
Los norteamericanos, por su parte, siguen preparándose para cumplir con una meta más ambiciosa: poner seres humanos en el planeta rojo.
La nueva carrera espacial no es tan reñida como la anterior, y quizá esas sean buenas noticias. Un ambiente de cooperación entre Rusia y Estados Unidos podría ayudar a ambos países, y a algunos nuevos jugadores, a conseguir una meta ambiciosa: llevar misiones tripuladas a la Luna y a Marte.
Rusia planea establecer una base permanente en el polo sur de la Luna, que sería lanzada en 2024 y ese mismo año llegaría al satélite natural. El país tiene planes de revivir otros proyectos que, en el pasado, enviaron exitosamente sondas a Venus, esta vez aprovechando la tecnología para visitar otros planetas.
Los norteamericanos, por su parte, siguen preparándose para cumplir con una meta más ambiciosa: poner seres humanos en el planeta rojo. Programas de entrenamiento cada vez más extremos son llevados a cabo en la Tierra para explorar las posibles complicaciones de una misión a Marte.
A redescubrir la Luna
Así como Estados Unidos tiene la NASA, Rusia tiene Roscosmos, la Agencia Federal Espacial Rusa.
Y aunque esta agencia es particularmente exitosa a la hora de poner seres humanos en la Estación Espacial Internacional, su próximo gran proyecto es diferente, por dos partes: no será una misión tripulada y no tendrá como destino una órbita terrestre baja.
La misión, llamada Luna 25, busca poner una base en el polo sur de la Luna.
Rusia lleva 39 años sin enviar una sonda al satélite natural, y aun si Luna 25 cumple con su cronograma, pasarán 49 años antes de que vuelva a hacerlo.
El Instituto de Investigación Espacial Ruso, o IKI, reveló además que no se trata de un proyecto modesto: la sonda, que aterrizará en el cráter Boguslavsky, donde llevará a cabo labores de excavación y observación.
Un generador termoeléctrico radioisotópico, alimentado con plutonio-238, le permitirá operar aun cuando los paneles solares reciban poca luz.
“La misión es científica y tecnológica”, afirmó el investigador del IKI Vladislav Tretyakov.
“Queremos llevar a cabo experimentación científica allí, pero esta es una misión tecnológica, porque necesitamos regresar a la Luna, aprender cómo aterrizar y sobrevivir a la noche lunar, pues mucho de lo que conseguimos en los 70 ha sido olvidado”.
Luna 25: un primer paso
Poner una sonda tan avanzada como Luna 25 en el satélite natural de la tierra es difícil, empezando por el presupuesto que la misión necesitaría. Aun así, la meta de Roscosmos es utilizar el conocimiento de esta, y de nuevas misiones no tripuladas a la Luna, para finalmente establecer una base permanente en el satélite durante los años 30.
Dicha base, según Tomasz Nowakowski, de la publicación Spaceflight Insider, “podría incluir una estación de recarga solar, una estación de telecomunicaciones, una estación tecnológica, una estación científica, un vehículo exploratorio de largo alcance, área de aterrizaje y despegue y un satélite en la órbita lunar”.
Quizá el tiempo demuestre que la estrategia de los rusos es astuta; utilizar la Luna como un punto de control y de partida para misiones de exploración del resto del sistema solar.
NASA se prepara para enfrentar a Marte
El planeta nombrado por el dios de la guerra presenta varios problemas a sus visitantes. El primero en orden temporal es aterrizar; un asunto que la atmósfera poco densa del planeta dificulta.
Las tormentas de tierra en la superficie, que pueden durar meses, tampoco mejoran la situación.
Pero no es necesario viajar a otro planeta para enfrentar algunos de los retos que una misión tripulada a Marte plantea. Esta semana, la NASA dará inicio a una simulación de misión al planeta rojo que, con un año de duración, será el experimento de su tipo más prolongado que se haya llevado a cabo.
No deja de ser una simulación; una misión real al planeta podría tardar entre 1 y 3 años.
El experimento, llamado HI-SEAS, tendrá 6 participantes: 3 hombres y 3 mujeres, y estará dirigido por la científica de suelos Carmel Johnston, cuyo trabajo previo sobre producción de comida sostenible le permitirá experimentar con la posibilidad de producir comida en la simulación de la misión a Marte.
Las condiciones alrededor del domo de 11 metros de diámetro en que vivirán los participantes del experimento son particularmente inhóspitas, pues el domo está ubicado en un terreno baldío junto a un volcán en Hawaii.
Proyectos anteriores, como el Mars500, han puesto a prueba la capacidad que pequeñas tripulaciones tienen para trabajar y socializar en entornos cerrados durante periodos prolongados. En esa ocasión, el experimento se llevó a cabo en un entorno controlado bajo techo, pero tuvo una duración de 18 meses.
Rusia planea establecer una base permanente en el polo sur de la Luna, que sería lanzada en 2024 y ese mismo año llegaría al satélite natural. El país tiene planes de revivir otros proyectos que, en el pasado, enviaron exitosamente sondas a Venus, esta vez aprovechando la tecnología para visitar otros planetas.
Los norteamericanos, por su parte, siguen preparándose para cumplir con una meta más ambiciosa: poner seres humanos en el planeta rojo. Programas de entrenamiento cada vez más extremos son llevados a cabo en la Tierra para explorar las posibles complicaciones de una misión a Marte.
A redescubrir la Luna
Así como Estados Unidos tiene la NASA, Rusia tiene Roscosmos, la Agencia Federal Espacial Rusa.
Y aunque esta agencia es particularmente exitosa a la hora de poner seres humanos en la Estación Espacial Internacional, su próximo gran proyecto es diferente, por dos partes: no será una misión tripulada y no tendrá como destino una órbita terrestre baja.
La misión, llamada Luna 25, busca poner una base en el polo sur de la Luna.
Rusia lleva 39 años sin enviar una sonda al satélite natural, y aun si Luna 25 cumple con su cronograma, pasarán 49 años antes de que vuelva a hacerlo.
El Instituto de Investigación Espacial Ruso, o IKI, reveló además que no se trata de un proyecto modesto: la sonda, que aterrizará en el cráter Boguslavsky, donde llevará a cabo labores de excavación y observación.
Un generador termoeléctrico radioisotópico, alimentado con plutonio-238, le permitirá operar aun cuando los paneles solares reciban poca luz.
“La misión es científica y tecnológica”, afirmó el investigador del IKI Vladislav Tretyakov.
“Queremos llevar a cabo experimentación científica allí, pero esta es una misión tecnológica, porque necesitamos regresar a la Luna, aprender cómo aterrizar y sobrevivir a la noche lunar, pues mucho de lo que conseguimos en los 70 ha sido olvidado”.
Luna 25: un primer paso
Poner una sonda tan avanzada como Luna 25 en el satélite natural de la tierra es difícil, empezando por el presupuesto que la misión necesitaría. Aun así, la meta de Roscosmos es utilizar el conocimiento de esta, y de nuevas misiones no tripuladas a la Luna, para finalmente establecer una base permanente en el satélite durante los años 30.
Dicha base, según Tomasz Nowakowski, de la publicación Spaceflight Insider, “podría incluir una estación de recarga solar, una estación de telecomunicaciones, una estación tecnológica, una estación científica, un vehículo exploratorio de largo alcance, área de aterrizaje y despegue y un satélite en la órbita lunar”.
Quizá el tiempo demuestre que la estrategia de los rusos es astuta; utilizar la Luna como un punto de control y de partida para misiones de exploración del resto del sistema solar.
NASA se prepara para enfrentar a Marte
El planeta nombrado por el dios de la guerra presenta varios problemas a sus visitantes. El primero en orden temporal es aterrizar; un asunto que la atmósfera poco densa del planeta dificulta.
Las tormentas de tierra en la superficie, que pueden durar meses, tampoco mejoran la situación.
Pero no es necesario viajar a otro planeta para enfrentar algunos de los retos que una misión tripulada a Marte plantea. Esta semana, la NASA dará inicio a una simulación de misión al planeta rojo que, con un año de duración, será el experimento de su tipo más prolongado que se haya llevado a cabo.
No deja de ser una simulación; una misión real al planeta podría tardar entre 1 y 3 años.
El experimento, llamado HI-SEAS, tendrá 6 participantes: 3 hombres y 3 mujeres, y estará dirigido por la científica de suelos Carmel Johnston, cuyo trabajo previo sobre producción de comida sostenible le permitirá experimentar con la posibilidad de producir comida en la simulación de la misión a Marte.
Las condiciones alrededor del domo de 11 metros de diámetro en que vivirán los participantes del experimento son particularmente inhóspitas, pues el domo está ubicado en un terreno baldío junto a un volcán en Hawaii.
Proyectos anteriores, como el Mars500, han puesto a prueba la capacidad que pequeñas tripulaciones tienen para trabajar y socializar en entornos cerrados durante periodos prolongados. En esa ocasión, el experimento se llevó a cabo en un entorno controlado bajo techo, pero tuvo una duración de 18 meses.
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