fuente: lanacion.com.ar
Según la teoría de la evolución, el hombre está en
constante cambio. Aunque muchas veces sea imperceptible, las
modificaciones se van dando en función del entorno.
Con la masificación de Internet, las redes sociales, la
telefonía celular, la cotidianidad se ha visto radicalmente modificada
durante los últimos años. Por ejemplo, antes recordábamos con facilidad
muchísimos números telefónicos, y ahora no es disparatado encontrar
hasta nuestro propio número agendado en nuestro celular.
El Prof. Dr. Ricardo Allegri, jefe de Neurología
Cognitiva de Fleni e investigador independiente del Conicet, explica
este fenómeno: "Las nuevas tecnologías cambian paradigmas. De esta
manera, las formas de procesamiento que eran habituales en generaciones
anteriores se alteran; es decir, si en el pasado el procesamiento de la
información era más lineal, actualmente es en paralelo, por eso una
persona puede mantener al mismo tiempo varias conversaciones a través de
Twitter, SMS y chat, sin inconvenientes".
Plástico como el cerebro
"La ortografía y escritura también se están alterando, y
esto se evidencia a simple vista cuando se observa cómo escriben los
más jóvenes. Esto no quiere decir que estén mermando las capacidades
lingüísticas, simplemente hay un cambio comparado con el pasado",
ejemplifica la Dra. Alba Richaudeau, neuropsicóloga del Hospital Austral
y del Instituto Argentino de Psicología Aplicada (Iapsa).
Por su parte, la Dra. Tracy Alloway, experta en
psicología cognitiva de la Universidad de Stirling, en Escocia, realizó
un estudio para analizar el impacto de las aplicaciones tecnológicas en
la memoria del trabajo , es decir, los procesos cerebrales
involucrados en retener información durante un período corto y cómo
manipulamos esta información. Esta memoria, además de almacenar los
recuerdos, nos ayuda a utilizarlos para relacionar datos y resolver
problemas.
A tal fin, Alloway reunió a 104 estudiantes universitarios y a 284
adultos, de entre 18 y 30 años. A esos dos grupos los dividió en dos
equipos. Por un lado, los que llevaban más de 12 meses usando Facebook y
por el otro, los que contaban con menos tiempo en esa red social. Se
sometió a todos los participantes a distintas pruebas vinculadas con la
memoria y el lenguaje. Los resultados obtenidos indican que los del
primer grupo tuvieron una mayor puntuación en todas las pruebas en
comparación con los del segundo.
"De esta manera pudimos observar que el acto de comprobar el estado de
un amigo y sus actualizaciones en Facebook fue un importante predictor
del coeficiente intelectual verbal. Esto es así porque cuando una
persona está usando Facebook tiene que tener en cuenta la nueva
información de su amigo (es decir, el estado de actualización) y
descartar el conocimiento previo acerca de dicho individuo. De esta
manera es posible que usar Facebook sirva para aumentar las capacidades
cognitivas como la memoria de trabajo y el coeficiente intelectual
verbal", dijo en diálogo con La Nacion.
Con respecto a estas conclusiones, el médico de Fleni advierte: "Si
uno evalúa las funciones cognitivas en forma aislada, puede decir que el
impacto es positivo o negativo. Por ejemplo, si analizo el efecto de
los buscadores de Internet puedo afirmar que alteran de alguna manera
nuestro cerebro, ya que la memoria episódica (que es un sistema
de memoria explícita y declarativa que se utiliza para recordar
experiencias personales enmarcadas en nuestro propio contexto, como es
el hecho de recordar números de teléfonos) se vuelve menos efectiva que
antes, pero si lo analizo en el nivel global, sin duda se trata de un
impacto positivo, porque rescato que las redes sociales como Facebook
nos facilitan la memoria operativa porque nos permite interrelacionar
situaciones, mientras que Twitter, por sus características de
instantaneidad y linealidad, pone al cerebro en contacto con infinidad
de personas que discuten una misma información".
En este sentido, una investigación publicada en la revista Science
a mediados de 2011 sugiere que cuando las personas confían en tener
acceso futuro a la información tienen menor recuerdo de los datos, pero
mayor de la fuente de esa información. Este estudio asegura que Internet
se ha convertido en la fuente primaria de memoria externa. Al respecto,
el experto de Fleni opina: "Estamos ante un problema si la actividad
que antes tenía el cerebro ahora se la delegamos a los aparatos, dejando
al órgano inactivo. Pero si descargo parte de mi memoria en Internet
para poder usar mis capacidades para interactuar y procesar diversas
informaciones, entonces el efecto es positivo. Antes teníamos una
capacidad mucho más limitada para ubicar y manejar información. Ahora
tenemos más acceso y mayor capacidad para procesar y relacionar mucha
información. Definitivamente, no es que el cerebro deja de trabajar,
sino que lo hace de otra manera".
El Efecto Google
Los motores de búsqueda tienen un impacto fundamental
en el funcionamiento de nuestro cerebro. Los expertos denominan Efecto
Google al fenómeno por el cual la población ha comenzado a utilizar
Internet como su banco de datos. De esta manera, las computadoras y los
buscadores se han convertido en una especie de sistema de memoria
externa al que puede accederse a voluntad del usuario y al que la
memoria humana se está adaptando.
"Este alejamiento de la memorización en última
instancia puede ayudar a la gente a mejorar su comprensión, porque la
memoria es mucho más que la memorización, y el Efecto Google nos permite
liberar más espacio en nuestros cerebros para orientarlo más al
procesamiento de información", asegura Alloway.
"Está claro que hoy, el Efecto Google es la forma actual de acopio de
datos. Si bien puede verse como detrimento para el ejercicio de la
memoria, desarrolla otras áreas como la creatividad y asociación rápida,
y la posibilidad de realizar lecturas simultáneas. El acceso
instantáneo a la información variada permite la comparación, la
asociación de ideas, y estimula la flexibilidad cognitiva mediante la
utilización de juegos y programas informáticos. El cerebro tiene muchas
funciones, una es la memoria. Si bien ésta es la que parece descansar
en el nuevo escenario, otras como la rapidez visual y motora, la
deducción, la concentración y la atención utilizadas en Internet son
propiciadas como una forma de gimnasia cerebral", destaca la Dra.
Marcela Cohen.
Mentalmente social
Casi el 40% de los argentinos tiene una cuenta en
Facebook, según un reciente estudio de la consultora eMarketer, que
vaticina que para 2014 existirán 17 millones de personas registradas en
esta red social. Con estos datos, el país se coloca como el tercero a
nivel mundial con mayor penetración y como líder en América latina.
"Hay evidencia de que los individuos que están más
conectados socialmente pueden retrasar la pérdida de memoria en la edad
avanzada", dice Alloway, y explica que, por ejemplo con el uso de
Facebook, la memoria de trabajo puede ser estimulada y mejorada a
cualquier edad, obteniendo un impacto enorme en las capacidades
cognitivas y de aprendizaje.
El investigador Ryota Kanai, del Instituto de Neurociencias
Cognitivas del Colegio Universitario de Londres, lleva tiempo
investigando el funcionamiento del cerebro. Junto a su equipo
encontraron que existe una relación directa entre el número de amigos
que una persona tiene en Facebook y el tamaño de ciertas regiones del
cerebro, lo que eleva la posibilidad de que el uso de redes sociales
pueda cambiar este órgano.
Para llegar a esta conclusión escanearon el cerebro de
125 estudiantes universitarios usuarios de Facebook y compararon los
resultados con el tamaño de sus grupos de amigos, tanto en la red como
en el mundo real. Entrevistado por La Nacion, explica: "Concluimos que
cuantos más amigos tenía una persona en esta red social, mayor era su
volumen de materia gris en cuatro regiones del cerebro, entre ellas la
amígdala, asociada a la respuesta emocional y la memoria, así como otras
zonas clave para identificar las señales que se producen durante la
comunicación con otras personas".
El espesor de la materia gris en la amígdala también se
vinculó con el número de amigos que tenía la gente en el mundo real,
pero el tamaño de las otras tres regiones parecía estar correlacionado
sólo con las conexiones online.
"Creo que la razón por la cual se encontró dicha
correlación entre el número de amigos de Facebook y lo que sucede en
varias regiones del cerebro tiene que ver con el impacto de la actividad
social online de las personas, que podría reflejar su nivel de
sociabilidad general o de extroversión. Las redes sociales son
enormemente influyentes, pero todavía conocemos muy poco sobre el
impacto que tienen en nuestros cerebros", reconoce Kanai, y agrega que a
pesar de los estudios realizados, hasta ahora no es posible afirmar si
tener más contactos en Facebook hace más grandes determinadas partes del
cerebro, o si algunas personas están simplemente predispuestas para
tener más amigos.
Está claro que las nuevas tecnologías no atrofian el cerebro, como
muchos creen. De todos modos, los entrevistados enfatizan que son
herramientas para realizar determinadas acciones, y no deben ser
utilizadas como un fin en sí mismo.
Al ritmo al que avanzan las tecnologías parece
imposible prever cómo funcionará nuestro cerebro en sólo 20 años. "Este
órgano tiene una gran capacidad de adaptación. Es mentira que tenemos
zonas del cerebro que no se usan. Todo lo que tenemos lo usamos y todo
se adapta para una mejor interacción con el mundo", concluye el Dr.
Allegri.
Si bien hay en marcha diversos estudios científicos al
respecto, para la Dra. Alba Richaudeau no es posible aún probar
científicamente cómo se están dando esos cambios: "Las investigaciones
demandan tiempo y los avances tecnológicos avanzan a una velocidad
superior. Tenemos la impresión de que Internet impacta en el
funcionamiento cerebral, pero todavía no hay resultados concluyentes.
Entonces, si bien ya hay ciertos estudios que dan cuenta de cómo el
cerebro se está adaptando al nuevo medio, lo cierto es que aún hay mucho
por investigar".
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