Un estudio recientemente publicado en la muy
prestigiosa PNAS rebate nada menos que una teoría que se mantiene desde
Darwin: las expresiones faciales de las seis emociones básicas son
iguales en todo el mundo porque se fijaron al ADN en los albores de la
humanidad y por tanto no tienen nada que ver con la cultura adquirida.
Rachael Jack, investigadora del Instituto de
Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow (Reino Unido),
ha demostrado en cambio otra cosa: «Las expresiones faciales no son
universales, sino que han evolucionado y se han diversificado desde sus
raíces evolutivas básicas para mejorar la comunicación de las emociones
en la interacción social».
Se sabe que desde la aparición de los primates
hace 60 millones de años, el rostro de estos ha ido evolucionando, y los
grandes músculos se fueron dividiendo en otros más pequeños y
especializados. A partir de ahí el tamaño del grupo ha obligado a los
primates a cambiar, y así cuanto más numeroso es un colectivo más
variedad de expresiones maneja. Teniendo en cuenta que el sapiens salió
de África hace solo 80.000 años, parece que para entonces ya llevaba en
su ADN lo más básico.
Sin embargo, el nuevo estudio indica que no es
así al cien por cien. El equipo de Jack llevó a cabo un estudio con 15
occidentales y 15 orientales, y todos tuvieron que identificar en
personas de su etnia y de otras las emociones que transmitían unas 5.000
caras.
El resultado fue que los occidentales distinguían
las seis emociones básicas, pero los orientales superponían a veces
sorpresa, el miedo, el asco y la ira en la cara de los otros. Los
primeros cifraban la intensidad de la emoción mirando los músculos del
rostro; los orientales se centraban en los ojos. Para el psicólogo
clínico Manuel Fernández Blanco esto demostraría que «lo simbólico puede
a veces sobre lo que vemos».
Con bótox, más «felices»
Este no es el único estudio en el que se
descubren ciertas confusiones para entender a los demás. Un estudio
realizado por Lindsay Oberman en Harvard con personas a las que se les
inyectó toxina botulínica (bótox), demostró que la mímica es el primer
paso para empatizar. Así, si uno no puede mover sus músculos faciales
entiende menos las caras de ira de los otros y por supuesto le resulta
más difícil expresar su frustración.
Para el equipo de Lindsay Oberman, esta situación
llevada al extremo supondría que si todos los humanos usasen bótox
serían más felices porque limitarían sus gestos negativos y tampoco
sufrirían tanto los de los demás.
Las emociones
Se considera que las seis emociones básicas son alegría, sorpresa, repugnancia, ira, miedo y tristeza.
La confusión
En el estudio publicado en «PNAS», los orientales
se fijaban en los ojos de los occidentales y confundían sorpresa,
miedo, asco e ira.
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