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Hay apellidos que reconocemos como propios de la región. Los Garza, los Treviño o los Cavazos son identificados con los habitantes de Nuevo León, aunque su origen tiene diversas vertientes.
La genealogía es un recurso para los investigadores de la historia. En Nuevo León, la Sociedad de Genealogía se ha dedicado a investigar el origen de ciertos apellidos que se consideran representativos de la región.
Luis Cavazos Guzmán, presidente de la Sociedad de Genealogía de Nuevo León, refiere que muchos de los apelativos que reconocemos como propios de las familias regiomontanas proceden, en su mayoría, de migrantes.
Incluso, menciona que para el estudio de los antecesores familiares es común encontrarse con trampas propias de la historia: nombres que los hacendados pasaban a sus esclavos o títulos que eran completamente diferentes a sus padres.
Además, hay que agregar que sólo las familias poderosas tenían acceso a los principales árboles genealógicos. El pueblo no tenía acceso; inclusive, antes del siglo XVI no era común el uso de los apellidos.
"Había una migración muy fuerte, de una manera u otra los apellidos están entrelazados", expresa el investigador.
Familias migrantes
Un trabajo de investigación, tomando como referencia su apellido Cavazos, dio como resultado conocer que muchos de los apelativos tradicionales como Tamez o Alanís llegaron a la región de Santiago hacia el siglo XVIII.
Muchos arribaron procedentes de Saltillo, ciudad de donde venían los varones para casarse en Monterrey con la posibilidad de acceder a grandes extensiones de tierra.
Teniendo como referencia documentación como las actas matrimoniales de la Catedral de Monterrey y de la Parroquia de Santiago Apóstol, se encontraron pistas sobre el origen de los apelativos.
La investigación del doctor Cavazos arrojó que apellidos como Tamez llegaron procedentes de Saltillo a comienzos de 1719; también hay registros de Valdés a la mitad de 1700.
Hacia 1800 encontró que en la región del Cañón del Huajuco había 33 familias españolas, así como registros de familias compuestas por indígenas y por mulatos, es decir, raza negra.
"Todos los que somos de Santiago, un 80 y 90 por ciento de su población, los apellidos llegan hasta Diego Rodríguez de Montemayor, que era nieto del fundador de Monterrey", apunta.
Durante los primeros 200 años de la conformación del Nuevo Reino de León fue común que los pueblos se establecieran con matrimonios entre familiares.
"Cuando vas a los ranchos, la mayoría desciende de dos o tres familias, por eso antes la gente se decía 'primos', porque en verdad lo eran. Pero nos ha servido a nosotros, porque cuando había consanguinidad en quinto grado, había que solicitar dispensa a la Iglesia, y esos documentos hoy nos ayudan mucho".
La genealogía es un recurso para los investigadores de la historia. En Nuevo León, la Sociedad de Genealogía se ha dedicado a investigar el origen de ciertos apellidos que se consideran representativos de la región.
Luis Cavazos Guzmán, presidente de la Sociedad de Genealogía de Nuevo León, refiere que muchos de los apelativos que reconocemos como propios de las familias regiomontanas proceden, en su mayoría, de migrantes.
Incluso, menciona que para el estudio de los antecesores familiares es común encontrarse con trampas propias de la historia: nombres que los hacendados pasaban a sus esclavos o títulos que eran completamente diferentes a sus padres.
Además, hay que agregar que sólo las familias poderosas tenían acceso a los principales árboles genealógicos. El pueblo no tenía acceso; inclusive, antes del siglo XVI no era común el uso de los apellidos.
"Había una migración muy fuerte, de una manera u otra los apellidos están entrelazados", expresa el investigador.
Familias migrantes
Un trabajo de investigación, tomando como referencia su apellido Cavazos, dio como resultado conocer que muchos de los apelativos tradicionales como Tamez o Alanís llegaron a la región de Santiago hacia el siglo XVIII.
Muchos arribaron procedentes de Saltillo, ciudad de donde venían los varones para casarse en Monterrey con la posibilidad de acceder a grandes extensiones de tierra.
Teniendo como referencia documentación como las actas matrimoniales de la Catedral de Monterrey y de la Parroquia de Santiago Apóstol, se encontraron pistas sobre el origen de los apelativos.
La investigación del doctor Cavazos arrojó que apellidos como Tamez llegaron procedentes de Saltillo a comienzos de 1719; también hay registros de Valdés a la mitad de 1700.
Hacia 1800 encontró que en la región del Cañón del Huajuco había 33 familias españolas, así como registros de familias compuestas por indígenas y por mulatos, es decir, raza negra.
"Todos los que somos de Santiago, un 80 y 90 por ciento de su población, los apellidos llegan hasta Diego Rodríguez de Montemayor, que era nieto del fundador de Monterrey", apunta.
Durante los primeros 200 años de la conformación del Nuevo Reino de León fue común que los pueblos se establecieran con matrimonios entre familiares.
"Cuando vas a los ranchos, la mayoría desciende de dos o tres familias, por eso antes la gente se decía 'primos', porque en verdad lo eran. Pero nos ha servido a nosotros, porque cuando había consanguinidad en quinto grado, había que solicitar dispensa a la Iglesia, y esos documentos hoy nos ayudan mucho".
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