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Ill. N. Elmehed. © Nobel Media 2014
Hiroshi Amano
Prize share: 1/3
Ill. N. Elmehed. © Nobel Media 2014
Shuji Nakamura
Prize share: 1/3
La tecnología led, los diodos emisores de luz más
eficiente, dio sus primeros pasos hace ya medio siglo, pero si han
llegado a ser lo que son hoy, omnipresentes en los más variados sistemas
de iluminación y en numerosos aparatos electrónicos, es en gran parte
gracias a tres japoneses que a principios de los años 90 fueron capaces
de crearlos en color azul, lo que abría el camino hacia el
imprescindible blanco de las lámparas. La Real Academia Sueca de Ciencias decidió ayer concederles el Premio Nobel de Física.
Los galardonados son Isamu Akasaki e Hiroshi Amano, ambos profesores de la Universidad de Nagoya, y su compatriota Shuji Nakamura, nacionalizado estadounidense, que trabaja actualmente en la Universidad de California en Santa Bárbara (EEUU).
«Las bombillas de luz incandescente iluminaron el siglo XX, pero en el
XXI lo harán los led», destaca el acta del jurado.
Cuando los
ahora premiados empezaron a trabajar en semiconductores en busca del led
azul, los rojos y los verdes ya eran conocidos, pero faltaba la clave
para lograr el blanco, o blanco-amarillento, que es el color de las
lámparas y la iluminación. «El blanco se obtiene combinando los tres
colores anteriores», resume Joaquim Puigdollers, profesor del Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universitat Politècnica de Catalunya
(UPC). «Si miras la pantalla de un teléfono móvil u otros aparatos, se
puede ver que los píxeles son de tres colores. Mezclándolos de manera
estratégica, puedes conseguir cualquier otro», añade.
VENTAJA AMBIENTAL
La industria llevaba dos décadas de
esfuerzos infructuosos. «La invención del led azul tiene solo 20 años,
pero ya ha contribuido a crear luz blanca de una forma nueva y
beneficiosa», destaca el jurado. La Academia se refiere por ejemplo al ahorro energético,
una partida en absoluto desdeñable si se tiene en cuenta que un cuarto
de la electricidad mundial se emplea para iluminación, y también al ahorro de materiales, puesto que pueden durar 100 veces más que las bombillas incandescentes y 10 más que los fluorescentes.
«La
tecnología mejora constantemente con mayores flujos luminosos por
unidad de energía», prosigue la Academia. El récord más reciente en leds
es de 300 lúmenes por vatio, en comparación con los 16 de las bombillas
tradicionales. Los leds también han sido una revolución por su pequeño
tamaño, porque reducen la emisión de calor y porque para su fabricación
no se usa mercurio, entre otros motivos.
«El led
tiene un gran potencial para elevar la calidad de vida de más de 1.500
millones de personas en todo el mundo que carecen de acceso a las redes
de electricidad. Como requiere poca energía para operar, se puede
alimentar por energía solar barata a escala local», insiste.
Las
posibilidades, además, no han concluido. «A los tres investigadores los
han premiado con merecimiento, pero la tecnología pronto estará
superada. Ahora vamos hacia leds fabricados con materiales orgánicos que pueden emitir los tres colores y pueden colocarse en superficies flexibles», avanza Puigdollers.
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