fuente: http://internacional.elpais.com
Estados Unidos y varios países aliados han lanzado los primeros ataques aéreos contra posiciones en Siria del grupo yihadista Estado Islámico,
concretamente sobre la provincia de Raqa, bastión de facto de los
yihadistas, en la frontera con Irak, según ha confirmado el Pentágono.
“Fuerzas de Estados Unidos y de naciones aliadas han comenzado los
ataques contra el EI en Siria usando una combinación de cazas,
bombarderos y misiles tierra-aire”, ha declarado el portavoz del
Pentágono, el almirante John Kirby, en un comunicado. Desde el mar,
portaaviones norteamericanos en la zona han servido de base para el
lanzamiento de misiles de crucero como los Tomahawk.
Junto a los aviones de guerra estadounidenses han volado aparatos de “naciones aliadas”, según la información del Pentágono, entre las que se encuentran Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Qatar y Jordania, como resultado de la amplia coalición de naciones reunida por el presidente Barack Obama con el objetivo de aniquilar al Estado Islámico. Hasta el momento, sólo Jordania ha admitido su colaboración.
La ofensiva no cuenta con el visto bueno de Bachar El Asad. No obstante, un portavoz de Exteriores, en un comunicado televisado, ha informado de que el Gobierno fue informado unas horas antes de comenzar la ofensiva. Según esta información, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, notificó a Damasco, a través del ministro de exteriores de Irak, las intenciones de Washington de atacar a los yihadistas. El régimen ha manifestado su voluntad por seguir cooperando con el Gobierno iraquí en la lucha contra el EI. En la declaración, el portavoz mantiene que el Ejército sirio seguirá combatiendo contra el EI y el Frente al Nusra, vinculado a Al Qaeda, tras los bombardeos de esta madrugada.
El Ejército norteamericano ha detallado a primera hora de la mañana que en total han sido 14 los ataques llevados a cabo contra el EI. La ofensiva conjunta ha contado con la participación de cazas, bombarderos, drones y lanzamisiles Tomahawk accionados desde el mar. La operación ha golpeado a los yihadistas en las provincias de Raqa, Deir al Zor y Hasakah, además de la localidad de Abu Kamal, junto a la frontera iraquí, cerca del río Eufrates. Esta localidad estuvo en manos de Al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, hasta que el EI se la arrebató en el mes de julio.
Según la información de Washington, en el ataque se utilizaron 47 Tomahawk lanzados desde los destructores norteamericanos USS Arleigh Burke y USS Philippine Sea, situados en el mar Rojo y el Golfo Pérsico, así como desde los drones desplegados por EE UU. Entre los objetivos de los bombardeos están combatientes del EI, campos de entrenamiento, centros de financiación y camiones y vehículos de abastecimiento.
EE UU, esta vez en solitario, ha alcanzado también posiciones del grupo radical Khorasan, vinculado a Al Qaeda, liderado por el kuwaití Mohsin al Fadhli y formado, principalmente por veteranos de la guerra de Afganistán. El grupo, según los argumentos de Washington, que preveía un ataque inminente "contra EE UU e intereses occidentales", utiliza Siria para reclutar yihadistas extranjeros, probar explosivos y planear atentados en el extranjero.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha informado igualmente de que la ofensiva guiada por EE UU ha causado la muerte de al menos 58 personas, entre ellas 50 miembros del Frente al Nusra, rama iraquí de Al Qaeda, y ocho civiles.
Los ataques llegan menos de dos semanas después de que Obama anunciara en un discurso a la nación que había autorizado extender la campaña militar iniciada en agosto contra el EI en Irak a Siria. El presidente viaja este martes a Nueva York para asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas y todo apunta a que ha preferido llegar a la sede de la organización con un plan en marcha, pero no con una agenda abierta para discutir qué hacer con los yihadistas, que en poco tiempo han tomado grandes extensiones de territorio en Irak y Siria.
Más de dos tercios de los hasta 35.000 yihadistas que podría tener el Estado Islámico están basados en Siria. El resto se ha expandido y ha capturado amplias partes del norte de Irak, aunque los bombardeos comenzados por EE UU el pasado 8 de agosto han frenado esa rápida conquista. A los ataques del Pentágono sobre Irak, unos 190 hasta el momento, se sumaron la semana pasada aviones de guerra franceses.
Con los ataques aéreos por primera vez sobre Siria, EE UU se implica de una manera totalmente distinta en la guerra civil en aquel país, conflicto del que hasta el momento Washington se ha mantenido alejado. El año pasado, Obama dio marcha atrás en su plan de atacar el régimen de Bachar El Asad, pero la decapitación en las últimas semanas por miembros del Estado Islámico de dos reporteros de EE UU dio un giro total a la opinión pública norteamericana que reclamó la intervención del Pentágono ante la amenaza yihadista.
“He dejado claro que daremos caza a los terroristas que amenacen nuestro país, se encuentren donde se encuentren”, dijo Obama en su discurso del pasado 10 de septiembre. “Eso significa que no dudaré en tomar acción contra el EI en Siria, así como en Irak”, prosiguió el mandatario. “Esto es un principio básico de mi presidencia: Si amenazan América, no encontrarán refugio”, finalizó Obama. Las palabras del presidente eran claras: solo estaba en cuestión cuándo se atacaría Siria, no si se atacaría.
Al final de la semana pasada, antes de que el Congreso entrara en receso casi hasta las elecciones del 4 de noviembre, tanto la Cámara como el Senado aprobaban una ayuda de 500 millones de dólares para entrenar y equipar a las fuerzas moderadas sirias como contrapeso al EI. Estos efectivos recibirán entrenamiento en Arabia Saudí.
La Casa Blanca no se ha pronunciado sobre los bombardeos. Se prevé que Obama abandone Washington pasadas las diez de la mañana de este martes martes, rumbo a Nueva York, donde expondrá con hechos su caso, en esta ocasión ante los líderes y presidentes de 140 naciones del planeta.
El objetivo de la Administración de Obama es construir una coalición lo más amplia posible de países para vencer a los yihadistas, sin cruzar una primera línea roja para diferenciarse de lo ocurrido con George W. Bush que actuó en solitario. La otra línea roja es que no haya tropas de combate terrestres, por lo que el presidente estadounidense insiste en que esta operación no será un nuevo Irak ni un nuevo Afganistán, las guerras que heredó de Bush.
Junto a los aviones de guerra estadounidenses han volado aparatos de “naciones aliadas”, según la información del Pentágono, entre las que se encuentran Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Qatar y Jordania, como resultado de la amplia coalición de naciones reunida por el presidente Barack Obama con el objetivo de aniquilar al Estado Islámico. Hasta el momento, sólo Jordania ha admitido su colaboración.
La ofensiva no cuenta con el visto bueno de Bachar El Asad. No obstante, un portavoz de Exteriores, en un comunicado televisado, ha informado de que el Gobierno fue informado unas horas antes de comenzar la ofensiva. Según esta información, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, notificó a Damasco, a través del ministro de exteriores de Irak, las intenciones de Washington de atacar a los yihadistas. El régimen ha manifestado su voluntad por seguir cooperando con el Gobierno iraquí en la lucha contra el EI. En la declaración, el portavoz mantiene que el Ejército sirio seguirá combatiendo contra el EI y el Frente al Nusra, vinculado a Al Qaeda, tras los bombardeos de esta madrugada.
El Ejército norteamericano ha detallado a primera hora de la mañana que en total han sido 14 los ataques llevados a cabo contra el EI. La ofensiva conjunta ha contado con la participación de cazas, bombarderos, drones y lanzamisiles Tomahawk accionados desde el mar. La operación ha golpeado a los yihadistas en las provincias de Raqa, Deir al Zor y Hasakah, además de la localidad de Abu Kamal, junto a la frontera iraquí, cerca del río Eufrates. Esta localidad estuvo en manos de Al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, hasta que el EI se la arrebató en el mes de julio.
Según la información de Washington, en el ataque se utilizaron 47 Tomahawk lanzados desde los destructores norteamericanos USS Arleigh Burke y USS Philippine Sea, situados en el mar Rojo y el Golfo Pérsico, así como desde los drones desplegados por EE UU. Entre los objetivos de los bombardeos están combatientes del EI, campos de entrenamiento, centros de financiación y camiones y vehículos de abastecimiento.
EE UU, esta vez en solitario, ha alcanzado también posiciones del grupo radical Khorasan, vinculado a Al Qaeda, liderado por el kuwaití Mohsin al Fadhli y formado, principalmente por veteranos de la guerra de Afganistán. El grupo, según los argumentos de Washington, que preveía un ataque inminente "contra EE UU e intereses occidentales", utiliza Siria para reclutar yihadistas extranjeros, probar explosivos y planear atentados en el extranjero.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha informado igualmente de que la ofensiva guiada por EE UU ha causado la muerte de al menos 58 personas, entre ellas 50 miembros del Frente al Nusra, rama iraquí de Al Qaeda, y ocho civiles.
Los ataques llegan menos de dos semanas después de que Obama anunciara en un discurso a la nación que había autorizado extender la campaña militar iniciada en agosto contra el EI en Irak a Siria. El presidente viaja este martes a Nueva York para asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas y todo apunta a que ha preferido llegar a la sede de la organización con un plan en marcha, pero no con una agenda abierta para discutir qué hacer con los yihadistas, que en poco tiempo han tomado grandes extensiones de territorio en Irak y Siria.
Más de dos tercios de los hasta 35.000 yihadistas que podría tener el Estado Islámico están basados en Siria. El resto se ha expandido y ha capturado amplias partes del norte de Irak, aunque los bombardeos comenzados por EE UU el pasado 8 de agosto han frenado esa rápida conquista. A los ataques del Pentágono sobre Irak, unos 190 hasta el momento, se sumaron la semana pasada aviones de guerra franceses.
Con los ataques aéreos por primera vez sobre Siria, EE UU se implica de una manera totalmente distinta en la guerra civil en aquel país, conflicto del que hasta el momento Washington se ha mantenido alejado. El año pasado, Obama dio marcha atrás en su plan de atacar el régimen de Bachar El Asad, pero la decapitación en las últimas semanas por miembros del Estado Islámico de dos reporteros de EE UU dio un giro total a la opinión pública norteamericana que reclamó la intervención del Pentágono ante la amenaza yihadista.
“He dejado claro que daremos caza a los terroristas que amenacen nuestro país, se encuentren donde se encuentren”, dijo Obama en su discurso del pasado 10 de septiembre. “Eso significa que no dudaré en tomar acción contra el EI en Siria, así como en Irak”, prosiguió el mandatario. “Esto es un principio básico de mi presidencia: Si amenazan América, no encontrarán refugio”, finalizó Obama. Las palabras del presidente eran claras: solo estaba en cuestión cuándo se atacaría Siria, no si se atacaría.
Al final de la semana pasada, antes de que el Congreso entrara en receso casi hasta las elecciones del 4 de noviembre, tanto la Cámara como el Senado aprobaban una ayuda de 500 millones de dólares para entrenar y equipar a las fuerzas moderadas sirias como contrapeso al EI. Estos efectivos recibirán entrenamiento en Arabia Saudí.
La Casa Blanca no se ha pronunciado sobre los bombardeos. Se prevé que Obama abandone Washington pasadas las diez de la mañana de este martes martes, rumbo a Nueva York, donde expondrá con hechos su caso, en esta ocasión ante los líderes y presidentes de 140 naciones del planeta.
El objetivo de la Administración de Obama es construir una coalición lo más amplia posible de países para vencer a los yihadistas, sin cruzar una primera línea roja para diferenciarse de lo ocurrido con George W. Bush que actuó en solitario. La otra línea roja es que no haya tropas de combate terrestres, por lo que el presidente estadounidense insiste en que esta operación no será un nuevo Irak ni un nuevo Afganistán, las guerras que heredó de Bush.
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