fuente: https://mx.noticias.yahoo.com/
Algunos canadienses, en particular el primer ministro, Stephen Harper, siempre sintieron un profundo interés por la historia del desastroso intento del explorador británico sir John Franklin de navegar y trazar el mapa del Paso del Noroeste. Así que no sorprende que Harper se haya ocupado en persona de anunciar que el sexto intento del gobierno canadiense por localizar los restos de la fallida expedición de Franklin había sido exitoso.
Los investigadores de Parks Canada, la agencia nacional de parques, encontraron uno de los dos barcos abandonados en 1848 por los 129 miembros de la tripulación de Franklin, todos los cuales perdieron finalmente la vida. El descubrimiento lo hizo el domingo un vehículo submarino teledirigido y constituye una especie de confirmación largamente esperada. Los restos del navío fueron hallados cerca de la isla Rey Guillermo, en el territorio de Nunavut, lugar señalado desde siempre por los inuit, pobladores originarios de la región, como el sitio en que la nave había quedado atrapada por la banquisa.
"Durante más de un siglo, ésta ha sido una gran historia de misterio para los canadienses", dijo Harper con inusual entusiasmo. "Ha sido tema para los científicos, los historiadores, los escritores y los cantautores. Así que creo que éste es un día realmente importante para reconstruir juntos la historia de nuestro país."
Si bien la desaparición de la tripulación de la expedición se convirtió casi en una obsesión en la Inglaterra victoriana, con 32 misiones de búsqueda infructuosas entre 1848 y 1859, no ha sido relevante para la vida del Canadá contemporáneo. Pero Robert Huebert, politólogo de la Universidad de Calgary, Alberta, estudioso de temas polares, dijo que el nacionalismo ártico es, junto con el hockey y la Guerra de 1812, un tópico de particular interés para Harper.
"Es uno de los tres temas que realmente movilizan a Harper -dijo Huebert-. Para el nacionalismo ártico canadiense, se trata de un hallazgo impresionante que funciona como elemento constructor de la nacionalidad. Eso es lo que somos: nos vemos a nosotros mismos como un pueblo norteño."
Harper se ha ocupado de viajar al Ártico cada verano, y este año hasta participó brevemente de la búsqueda de los barcos perdidos. Pero tanto las excursiones anuales al Ártico como las búsquedas, financiadas y organizadas en parte por una variedad de agrupaciones privadas, están impulsadas no sólo por las pasiones personales del primer ministro, sino por cuestiones de política estratégica.
El adelgazamiento del hielo ártico como consecuencia del cambio climática ha abierto la posibilidad de que el Paso del Noroeste, que signó el fatídico destino de Franklin y sus hombres, se convierta en una importante ruta navegable entre Europa y Asia. Harper ha reafirmado categóricamente el reclamo canadiense de que esa ruta atraviesa aguas canadienses. Estados Unidos, sin embargo, contraargumenta que la ruta es un "estrecho internacional".
La pérdida de hielo en el Ártico tal vez también haga posible la explotación de petróleo y gas en la zona, llevando a Canadá y a otras naciones a comenzar un mapeo intensivo de la plataforma continental de toda esa área.
El muy promocionado esfuerzo por encontrar los barcos coincidió con recortes presupuestarios que forzaron a Parks Canada a reducir algunos servicios y accesos a ciertos sitios históricos nacionales, lo que desató las críticas de los opositores políticos de Harper.
Todavía no queda claro a cuál de las naves corresponden los restos encontrados, si al HMS Erebus o al HMS Terror. Sin embargo, John Geiger, director de la Real Sociedad Geográfica de Canadá, dijo que las imágenes mostraban que el barco, aparentemente, se hallaba muy bien conservado. Geiger dijo que esperaba que los buzos lograran finalmente recuperar artefactos que arrojasen luz sobre los detalles del destino de la nave.
"Los barcos no son sólo interesantes en tanto artefactos históricos -dijo-. También contienen respuestas a interrogantes hasta ahora nunca resueltos."
Un enigma de casi 170 años
El primer ministro de Canadá anunció anteayer que investigadores habían hallado uno de los dos buques dirigidos por el explorador británico John Franklin, desaparecidos en el Ártico hace 169 años.
La desaparición de la expedición en 1848 se convirtió en uno de los grandes misterios de la era de la exploración victoriana. En su momento se puso en marcha uno de los mayores operativos de rescate de la historia, que se prolongó de 1848 a 1859.
De igual modo, los ambientalistas y grupos aborígenes han acusado al primer ministro de ignorar, durante sus visitas al Ártico, los efectos a veces profundamente negativos del cambio climático.
En 1858, una partida de búsqueda encontró dos breves notas dejadas por la tripulación, en las que describían cómo los barcos habían quedado atrapados en la banquisa, la muerte de Franklin y los planes de los sobrevivientes para encontrar un camino hasta el puesto de abastecimiento en la bahía de Hudson. Trabajos arqueológicos más recientes sobre los restos de la tripulación sugieren que la mayoría de ellos murió por envenenamiento por plomo de la comida enlatada, así como por escorbuto y tuberculosis. Otros investigadores, sin embargo, disputan la teoría del envenenamiento por plomo.
Algunos canadienses, en particular el primer ministro, Stephen Harper, siempre sintieron un profundo interés por la historia del desastroso intento del explorador británico sir John Franklin de navegar y trazar el mapa del Paso del Noroeste. Así que no sorprende que Harper se haya ocupado en persona de anunciar que el sexto intento del gobierno canadiense por localizar los restos de la fallida expedición de Franklin había sido exitoso.
Los investigadores de Parks Canada, la agencia nacional de parques, encontraron uno de los dos barcos abandonados en 1848 por los 129 miembros de la tripulación de Franklin, todos los cuales perdieron finalmente la vida. El descubrimiento lo hizo el domingo un vehículo submarino teledirigido y constituye una especie de confirmación largamente esperada. Los restos del navío fueron hallados cerca de la isla Rey Guillermo, en el territorio de Nunavut, lugar señalado desde siempre por los inuit, pobladores originarios de la región, como el sitio en que la nave había quedado atrapada por la banquisa.
"Durante más de un siglo, ésta ha sido una gran historia de misterio para los canadienses", dijo Harper con inusual entusiasmo. "Ha sido tema para los científicos, los historiadores, los escritores y los cantautores. Así que creo que éste es un día realmente importante para reconstruir juntos la historia de nuestro país."
Si bien la desaparición de la tripulación de la expedición se convirtió casi en una obsesión en la Inglaterra victoriana, con 32 misiones de búsqueda infructuosas entre 1848 y 1859, no ha sido relevante para la vida del Canadá contemporáneo. Pero Robert Huebert, politólogo de la Universidad de Calgary, Alberta, estudioso de temas polares, dijo que el nacionalismo ártico es, junto con el hockey y la Guerra de 1812, un tópico de particular interés para Harper.
"Es uno de los tres temas que realmente movilizan a Harper -dijo Huebert-. Para el nacionalismo ártico canadiense, se trata de un hallazgo impresionante que funciona como elemento constructor de la nacionalidad. Eso es lo que somos: nos vemos a nosotros mismos como un pueblo norteño."
Harper se ha ocupado de viajar al Ártico cada verano, y este año hasta participó brevemente de la búsqueda de los barcos perdidos. Pero tanto las excursiones anuales al Ártico como las búsquedas, financiadas y organizadas en parte por una variedad de agrupaciones privadas, están impulsadas no sólo por las pasiones personales del primer ministro, sino por cuestiones de política estratégica.
El adelgazamiento del hielo ártico como consecuencia del cambio climática ha abierto la posibilidad de que el Paso del Noroeste, que signó el fatídico destino de Franklin y sus hombres, se convierta en una importante ruta navegable entre Europa y Asia. Harper ha reafirmado categóricamente el reclamo canadiense de que esa ruta atraviesa aguas canadienses. Estados Unidos, sin embargo, contraargumenta que la ruta es un "estrecho internacional".
La pérdida de hielo en el Ártico tal vez también haga posible la explotación de petróleo y gas en la zona, llevando a Canadá y a otras naciones a comenzar un mapeo intensivo de la plataforma continental de toda esa área.
El muy promocionado esfuerzo por encontrar los barcos coincidió con recortes presupuestarios que forzaron a Parks Canada a reducir algunos servicios y accesos a ciertos sitios históricos nacionales, lo que desató las críticas de los opositores políticos de Harper.
Todavía no queda claro a cuál de las naves corresponden los restos encontrados, si al HMS Erebus o al HMS Terror. Sin embargo, John Geiger, director de la Real Sociedad Geográfica de Canadá, dijo que las imágenes mostraban que el barco, aparentemente, se hallaba muy bien conservado. Geiger dijo que esperaba que los buzos lograran finalmente recuperar artefactos que arrojasen luz sobre los detalles del destino de la nave.
"Los barcos no son sólo interesantes en tanto artefactos históricos -dijo-. También contienen respuestas a interrogantes hasta ahora nunca resueltos."
Un enigma de casi 170 años
El primer ministro de Canadá anunció anteayer que investigadores habían hallado uno de los dos buques dirigidos por el explorador británico John Franklin, desaparecidos en el Ártico hace 169 años.
La desaparición de la expedición en 1848 se convirtió en uno de los grandes misterios de la era de la exploración victoriana. En su momento se puso en marcha uno de los mayores operativos de rescate de la historia, que se prolongó de 1848 a 1859.
De igual modo, los ambientalistas y grupos aborígenes han acusado al primer ministro de ignorar, durante sus visitas al Ártico, los efectos a veces profundamente negativos del cambio climático.
En 1858, una partida de búsqueda encontró dos breves notas dejadas por la tripulación, en las que describían cómo los barcos habían quedado atrapados en la banquisa, la muerte de Franklin y los planes de los sobrevivientes para encontrar un camino hasta el puesto de abastecimiento en la bahía de Hudson. Trabajos arqueológicos más recientes sobre los restos de la tripulación sugieren que la mayoría de ellos murió por envenenamiento por plomo de la comida enlatada, así como por escorbuto y tuberculosis. Otros investigadores, sin embargo, disputan la teoría del envenenamiento por plomo.
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