La ausencia de una contrapartida en el genoma humano también impide
que el cromosoma Y participe en la recombinación, es decir, en el
proceso que permite que los demás cromosomas se protejan de las
mutaciones y del deterioro. Cuando las células se dividen mediante
meiosos, sus cromosomas emparejados intercambian bloques de ADN.
Este mecanismo les permite evitar el trinquete de Muller, el proceso
sin el cual se acumularían mutaciones perjudiciales en cada generación,
dando lugar así a un deterioro irreversible a largo plazo.
Mientras que el cromosoma X puede recombinarse con el otro cromosoma X
con el que está emparejado en las mujeres, en su mayor parte no puedo
hacerlo con el cromosoma Y. Aunque hubo un tiempo en que los cromosomas X
e Y fueron idénticos, la evolución dio lugar a la desaparición de su
capacidad para intercambiar ADN. Algunos genes
localizados en el cromosoma Y serían perjudiciales si los heredaran las
mujeres y viceversa. Algunos de los genes del cromosoma X también son
clave para el desarrollo normal de las personas de ambos sexos. La
recombinación entre los cromosomas X e Y hubiera hecho que algunos
hombres carecieran de estos elementos esenciales del genoma.Al carecer de otro cromosoma con el que recombinase, el cromosoma Y se ha ido deteriorando de la forma prevista por el trinquete de Muller. Cada mutación se transmitía a sus descendientes de sexo masculino. A pesar de que este hecho ha sido de gran ayuda al permitirles determinar la ascendencia, ha tenido resultados negativos en el conjunto del cromosoma Y.
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