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miércoles, 10 de abril de 2013

Telefono celular Cumple 40años

 
 
 
Tiene 84 años, pero sigue trabajando, aunque no tanto como antes: "cuando era más joven saltaba de la cama y estaba haciendo cosas antes de desayunar. Ahora me tomo toda la mañana para desayunar y después trabajo. Pero bueno, el golf no me gusta: ¿qué otra cosa podría hacer?" Es ingeniero electrónico, y las comunicaciones lo fascinan desde pequeño. Y estuvo a punto de transformarse en un militar profesional (la Marina estadounidense financió sus estudios), pero finalmente optó por meterse en la industria de las telecomunicaciones.
 
Y el 3 de abril de 1973, ante la mirada atónita de varios transeúntes (y la presencia de la prensa) Martin Cooper inició una revolución en las telecomunicaciones: en la Sexta Avenida, en Nueva York, usó un teléfono sin cables para llamar a otra persona. No un inalámbrico hogareño, se entiende (no existían entonces): un teléfono que usaba una antena especial en el techo de un edificio para tomar su llamada y conectarla con la red de telefonía fija.
¿Llamó a su jefe? ¿A su esposa? ¿A su madre? No: a Joel Engel, su -en ese entonces- archienemigo laboral. Cooper trabajaba en Motorola; Engel dirigía los míticos laboratorios Bell de AT&T. Ambos buscaban lograr lo mismo, un teléfono celular funcional. Cooper hizo la primera llamada, y le dio el dudoso honor a Engel de ser la primera persona en el mundo que atendió una llamada de ese tipo en un teléfono normal. "No le hizo mucha gracia", recuerda Cooper, entrevistado por LA NACION.

Cooper no creó el primer teléfono móvil. La pionera más famosa, cuenta la leyenda, fue Hilda, la mujer de Lars Ericsson, el fundador de la compañía de telecomunicaciones sueca que lleva su nombre: a principios del siglo pasado llevaba en el auto (una novedad para ese entonces) un teléfono normal y una jabalina con dos ganchos; cuando se le daba la gana se colgaba, literalmente, del poste telefónico más cercano.
 
En la década del 50 y 60 ya existían los teléfonos móviles inalámbricos, pero eran radioteléfonos, sólo funcionaban en un auto, eran carísimos y tenían muy poco alcance.

Cooper tampoco inventó el concepto de las redes celulares, con transmisores de baja potencia que dan servicio a áreas pequeñas (celdas) y que permiten la reutilización de frecuencias, que había nacido a mediados del siglo pasado.
Pero este hombre es el que tomó todo eso y lo transformó en una tecnología y un dispositivo que, 40 años después, usa la enorme mayoría de la población mundial. No hay, dicen, una tecnología industrial que se haya difundido tan rápido, ni que alcance a tanta gente. Hay 6000 millones de usuarios de teléfonos celulares pero, como alertó Naciones Unidas hace dos semanas , sólo 4500 millones tienen acceso a un baño limpio.

Llamar a una persona, no a un lugar

Pero volvamos a Cooper: es el 3 de abril de 1973, y sorprende a la prensa y a los neoyorquinos con algo que parece de ciencia ficción: un teléfono celular, inspirado en parte (como admite luego) en el Tricorder de Star Trek. Para demostrar la ductilidad de su invención, Cooper cruza una calle de Nueva York junto con un periodista, mientras habla por su teléfono celular. "Es lo más peligroso que hice en mi vida", declaró después.
Pero ¿cómo llegó a ese momento? Cooper entró en Motorola en 1954; desarrollaba radios portátiles para policías y bomberos, y ahí, dice, endendió el valor de poder comunicarse en forma directa con alguien, y no con un lugar.
"Veníamos trabajando con la idea de las comunicaciones personales hacía mucho tiempo -dice Cooper-. Durante 100 años, si querías hacer una llamada o recibirla estabas atrapado en el lugar donde estuviera el teléfono. Pero una vez que tenés un celular estás llamando a una persona, no un lugar. Es una diferencia enorme. El teléfono celular es personal, le pertenece a un individuo, no importa donde esté. Siempre lo pensé así, y por eso armé un equipo de gente para investigar ese área."
A principios de esa década, y a instancias de Engel, AT&T comenzó a diseñar una red de telefonía celular, pero cerrada (la compañía dominaba entonces las telecomunicaciones de Estados Unidos) y orientada a tener un teléfono en el auto.
"En Motorola nos oponíamos a eso, queríamos poder competir, y cuando nos enteramos que el gobierno estaba analizando el tema, decidí que teníamos que hacer una demostración de lo que podíamos hacer, sorprenderlos y que entendieran lo que estaba en juego. Así nació esa llamada -explica-. Después de la conferencia de prensa me fui a Washington y le mostré el equipo a varios funcionarios." Y los convenció de que su idea era mejor que la de AT&T.

El teléfono que usó no era un bloquecito casi etéreo como los actuales: pesaba un kilo y medio y la batería le daba poco más de 20 minutos de autonomía. "El prototipo no era muy confiable -recuerda Cooper-; los circuitos integrados recién estaban apareciendo, y el prototipo todavía no los tenía; adentro había literalmente cientos de partes, todo era muy inestable, así que fue una ventaja para nosotros que el gobierno se tomara varios años para definir cómo funcionarían las redes celulares, porque fuimos mejorando el equipo; el que se usó comercialmente a partir de 1983 era la quinta versión; habíamos invertido 100 millones de dólares para mejorarlo."
En Estados Unidos se hizo la primera llamada, pero fue Japón el país con el primer servicio de telefonía celular, en 1979; los países escandinavos comenzaron a dar el servicio en 1981. Estados Unidos habilitó el servicio comercial en 1983 (con AT&T; el diseño de la red lo hizo Joel Engel ); en la Argentina se ofrece desde 1989.
El primer teléfono comercial del grupo de Cooper fue el DynaTAC 8000x (también conocido como "el ladrillo"). Pesaba 800 gramos, permitía hacer llamadas y recibirlas, y nada más; faltaban diez años para los SMS . Su compañero de andanzas en nuestro país fue el TX400, que gracias a la batería incluida en una valija tenía más autonomía y mejor señal.
En Estados Unidos el 8000x costaba entonces casi 3995 dólares (unos 10.000 dólares actuales, aproximadamente, según calcula Cooper). "No era para cualquiera, claro. Todo el mundo se asombraba cuando lo veía, pero era carísimo. Creíamos que iba a ser popular, pero al principio era poca la gente que podía pagarlo. Los que comenzaron a usarlo enseguida fueron los vendedores inmobiliarios, que entendían las ventajas de estar siempre disponibles y de poder hacer una llamada desde cualquier lado. Pero no a todos les gustaba, un abogado me dijo entonces que jamás usaría un teléfono celular."
-¿Pensaban en otras funciones además de las llamadas para el celular?
-Bueno, muy a futuro creíamos en las videollamadas, pero nada más. En 1973 Internet no existía como tal, no había cámaras digitales, no había GPS. Lo único que teníamos era una suerte de chiste: en el futuro cuando nacieras te asignarían un número de teléfono, y que el día que te llamaran y no atendieras sabrían que estabas muerto.
-Vamos camino a eso, ¿no? El celular cambió nuestra sociedad, todo el mundo está disponible, modificó las costumbres también.
-Sí. En términos generales estoy contento, creo que nos hizo una sociedad más productiva en todos los niveles, y la gente es más feliz por eso. Es cierto que cambiaron algunas costumbres, pero sucede con todas las tecnologías así de disruptivas. Y el teléfono tuvo desde el primer día un botón para apagarlo si no querés que te molesten. Pero recién estamos comenzando, creo que los teléfonos del futuro serán muy diferentes.

-¿Le gustan los celulares actuales?
-No. Me parecen todos iguales, todos difíciles de usar. Cuando entro en un negocio de teléfonos los veo y todos tienen el mismo aspecto, todos hacen lo mismo. Me gustaría que fuera más como con los autos, que tenés variedad de tamaños, colores, diseños y formatos, y podés elegir varias de esas cosas antes de comprarlo. Están tratando de que los celulares actuales hagan de todo, y cuando querés hacer todo con una sola cosa ésta termina no siendo particularmente buena en nada. Yo pienso en un futuro de dispositivos muy especializados interconectados, que lleves una suerte de computadora central en el bolsillo y a eso se le conecten otros elementos, un auricular en la oreja, un sensor biométrico bajo la piel para monitorear tu salud, cosas así. Hace unos años mi esposa creó Jitterbug, un teléfono muy sencillo que sólo hace llamadas y manda mensajes, y es fácil de usar. Tiene unos 500 mil usuarios, la mayor parte es gente mayor.
-Inevitable preguntarle, entonces, qué teléfono usa...
-Todo el mundo me lo pregunta siempre, así que siento que tengo que estar probando todos los teléfonos. Siempre tuve de todo, tuve iPhone, hace unas semanas estuve usando un equipo de Nokia con Windows Phone, ahora le estoy hablando desde un Motorola Razr M; en unas semanas tendré otro.
-Trabajó durante 29 años en Motorola dedicado a los celulares, y luego se fue y en 1992 fundó su propia empresa... que también es de telecomunicaciones.
-Mi empresa, Arraycomm, se dedica a hacer diseños de lo que llamamos antenas inteligentes, que permiten hacer un uso más eficiente del espectro, es decir, de las frecuencias de radio que usan los celulares. Es algo muy difícil de lograr, pero un mejor del espectro uso abarata costos y hace que tener un celular sea más económico para todos.
-Así que lleva 50 años dedicados a las telecomunicaciones.
-Desde chico supe siempre que sería ingeniero, me encantaba armar y desarmar cosas; y sigue siendo así. Siempre creí que es importante ser muy bueno en algo, especializarse, y eso hice. Además me gustan muchas cosas; cada 5 años trato de variar el foco para aprender otras cosas, ahora estoy metido en temas de salud, se viene una revolución en ese área. Y la idea de no estar trabajando cada día, de no estar usando mi mente, es terrible para mí..

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