Decenas de sacerdotes mayas guatemaltecos y algunos
extranjeros iniciaron la madrugada de este viernes, en las majestuosas
ruinas de Tikal (norte), la ceremonia de fuego para recibir los primeros
rayos del sol de la nueva era de 5.200 años en su calendario.
Reunidos alrededor de un circulo ubicado en el centro de la Plaza Mayor del Parque arqueológico Tikal, unos 550 km al norte de la capital guatemalteca, los sacerdotes prendieron el fuego al agradecer al creador y encender velas y 13 diferentes resinas de árboles ante cientos de observadores nacionales y extranjeros.
Como invitados especiales en el rito estuvieron presentes los presidentes de Guatemala, Otto Pérez, y de Costa Rica, Laura Chinchilla, quienes pernoctaron en las ruinas de Tikal, enclavadas en un espeso bosque de Guatemala.
Durante la ceremonia los sacerdotes piden por la unidad, la paz, el fin de la discriminación y el racismo, con la esperanza de que el nuevo ciclo que se inicia sea un "nuevo amanecer" para ellos.
Los mayas, que son más del 40% de los 14,3 millones de guatemaltecos, viven en condiciones desiguales en este país centroamericano y donde se concentra la pobreza.
La celebración se inició la noche del jueves con la recreación de ritos y danzas tradicionales, frente a la pirámide de la Gran Plaza del Parque de Tikal, iluminada especialmente para la ocasión, desmintiendo presagios de que llegaría el fin del mundo.
Los mayas cierran este viernes en el solsticio una era de 5.200 años en su calendario y dan la bienvenida a un nuevo ciclo, acontecimiento que dio lugar a interpretaciones catastrofistas, impulsó a ingenuos alrededor del mundo a refugiarse en montañas o búnkers y llevó a científicos a explicar una y otra vez que la Tierra -y su carga de seres humanos- seguirá rotando el sábado.
La fiebre apocalíptica fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas a sitios arqueológicos de México, Guatemala, Honduras, Belice y El Salvador, territorios donde se asentó el imperio maya, una cultura con un vasto legado de conocimientos para la humanidad, ya en decadencia cuando llegaron los conquistadores españoles.
Tikal fue el escenario oficial para la celebración, pero las comunidades mayas con actos discretos están dando la bienvenida a la nueva era, rogando por un despertar de la humanidad.
Reunidos alrededor de un circulo ubicado en el centro de la Plaza Mayor del Parque arqueológico Tikal, unos 550 km al norte de la capital guatemalteca, los sacerdotes prendieron el fuego al agradecer al creador y encender velas y 13 diferentes resinas de árboles ante cientos de observadores nacionales y extranjeros.
Como invitados especiales en el rito estuvieron presentes los presidentes de Guatemala, Otto Pérez, y de Costa Rica, Laura Chinchilla, quienes pernoctaron en las ruinas de Tikal, enclavadas en un espeso bosque de Guatemala.
Durante la ceremonia los sacerdotes piden por la unidad, la paz, el fin de la discriminación y el racismo, con la esperanza de que el nuevo ciclo que se inicia sea un "nuevo amanecer" para ellos.
Los mayas, que son más del 40% de los 14,3 millones de guatemaltecos, viven en condiciones desiguales en este país centroamericano y donde se concentra la pobreza.
La celebración se inició la noche del jueves con la recreación de ritos y danzas tradicionales, frente a la pirámide de la Gran Plaza del Parque de Tikal, iluminada especialmente para la ocasión, desmintiendo presagios de que llegaría el fin del mundo.
Los mayas cierran este viernes en el solsticio una era de 5.200 años en su calendario y dan la bienvenida a un nuevo ciclo, acontecimiento que dio lugar a interpretaciones catastrofistas, impulsó a ingenuos alrededor del mundo a refugiarse en montañas o búnkers y llevó a científicos a explicar una y otra vez que la Tierra -y su carga de seres humanos- seguirá rotando el sábado.
La fiebre apocalíptica fue aprovechada por empresarios y gobiernos para atraer turistas a sitios arqueológicos de México, Guatemala, Honduras, Belice y El Salvador, territorios donde se asentó el imperio maya, una cultura con un vasto legado de conocimientos para la humanidad, ya en decadencia cuando llegaron los conquistadores españoles.
Tikal fue el escenario oficial para la celebración, pero las comunidades mayas con actos discretos están dando la bienvenida a la nueva era, rogando por un despertar de la humanidad.
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