Tomado de Mormon SUD
SALT LAKE CITY.— Cuando Jan Gow hace su peregrinaje anual desde Nueva Zelanda a Salt Lake City, no lo hace para disfrutar de los centros de esquí de Utah, los cañones de rocas rojas o los cinco parques nacionales. Lo hace por las cintas de microfilm y los innumerables volúmenes de mapas, registros de cementerios y de propiedades que puede encontrar en la Biblioteca de Historia Familiar.
La biblioteca, que es propiedad y está administrada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desde 1894, recibe la visita de unas 700,000 personas cada año y es considerada el mayor depósito de registros genealógicos del mundo. Es el destino favorito de los “turistas de la genealogía”, un grupo especial de viajeros que se dedican a rastrear árboles genealógicos.
“Una mujer me pidió que le dijera cuatro palabras que explicaran por qué ir a Salt Lake City y no simplemente investigar a través de internet”, dijo Gow, de 70 años, de Auckland, que vino por primera vez en 1981 y ha regresado más de 25 veces.
“Se me ocurrió una: inmediatez”, dijo Gow. “Cuando estamos aquí podemos tomar de inmediato un film o un libro, buscar en la computadora, porque todo está aquí. No están en otro lado, en ningún otro lugar”.
El catálogo de recursos de la Biblioteca de Historia Familiar —que pueden usar gratis miembros y no miembros por igual— incluye más de 2 mil millones de nombres de personas fallecidas, 2.2 millones de rollos de microfilm, 300,000 libros y 4,500 publicaciones periódicas.
Esos recursos hacen que la biblioteca sea una “visita obligatoria” para cualquier persona que trabaje en genealogía, dijo Jan Alpert, que dirige la junta de los 10,000 miembros de la Sociedad Genealógica Nacional (GNS). En abril, la sociedad celebró aquí su convención anual y tuvo una asistencia récord de más de 2,600 participantes, dijo.Pero no es el único lugar para visitar, dijo Alpert.
“Además de los Archivos Nacionales en Washington, D.C., y los archivos regionales en todo Estados Unidos, existen muchas colecciones genealógicas excepcionales en todo el país, incluyendo la Biblioteca de Michigan en Lansing”, dijo Alpert.
En la lista de Alpert también está la Biblioteca Pública del Condado Allen en Fort Wayne, Indiana, donde la colección de unos 10,000 volúmenes digitales incluye voluminosos registros históricos militares, junto con registros indígenas estadounidenses y afroamericanos. La biblioteca tiene como objetivo a sociedades históricas y otros grupos genealógicos.
“Siempre nos incluyen en la convención y en la guía de visitantes”, dijo Curt Witcher, el encargado de colecciones especiales de la biblioteca. “Aproximadamente 90% de nuestros patrocinadores son de fuera del condado”.
Y los visitantes tienden a regresar. “Las personas se divierten aquí, y encuentran lo que buscan”, dijo Witcher.
El hecho de que Fort Wayne y Salt Lake City no sean destinos exóticos no es importante, dijo Carla Santos, profesora asistente de turismo en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, cuyo estudio sobre turismo genealógico en la biblioteca del Condado Allen fue publicado en el periódico de Travel Research. El estudio encontró que los turistas genealógicos consideran los destinos de los viajes en segundo lugar, después de su objetivo principal de recoger información.
“Eso nos dice que el turismo genealógico no es específico de un área”, dijo Santos. “Por lo tanto, técnicamente todas las comunidades tienen algo para ofrecer, porque todos tienen una historia familiar que los conecta con otros lugares”.
Muchas comunidades y algunos condados han reconocido la atracción de la genealogía. Oficinas de turismo en Inglaterra, Irlanda y Escocia, por ejemplo, consideran que las oportunidades de investigación genealógica son un estímulo importante para los viajes internacionales, dijo Santos.
Nuevamente en Salt Lake City, Richard Williams, encargado del Plaza Hotel, dijo que los turistas genealógicos han sido el objetivo de medidas de mercadeo desde los 80. Representantes del hotel asisten al menos en seis conferencias de genealogía cada año. Al menos media docena de grupos de turistas genealógicos regresan a Salt Lake City cada año, dijo.
Gow dirige un viaje a Utah cada año, con una estadía allí de hasta tres semanas, antes de dirigirse al Reino Unido. Este año, el viaje le cuesta a cada viajero unos 8,000 dólares, dijo
“La genealogía es un cuarto de nuestro negocio, quizá más”, dijo Williams, cuya propiedad de 150 habitaciones está cerca de la biblioteca en el centro de la ciudad. “La crisis económica nos ha afectado un poco, pero nuestro negocio genealógico ha permanecido constante. Algunos grupos no son tan numerosos, pero siguen viniendo”.
El interés en los sitios en internet acerca de genealogía también es alto. De los 800 millones de usuarios de internet que se calcula que hay en EEUU y Europa, aproximadamente 15% había visitado un sitio relacionado con genealogía, según un informe de 2005 de Nielsen/NetRatings. Según los datos, aproximadamente 8% de esos usuarios, unos 56 millones, se encontraban en EEUU.
Las visitas al sitio FamilySearch.org y Ancestry.com, dos de las bases de datos más grandes en internet, también están aumentando.
El informe anual de Ancestry mostró un aumento de 26% en los suscriptores —a 1.2 millones— entre el 31 de marzo de 2009 y el 31 de marzo de 2010. En FamilySearch, una extensión de la iglesia mormona y su biblioteca, hay más de un millón de usuarios registrados, con más de 10 millones de visitas diarias a la página, según datos de Paul Nauta, portavoz de la Biblioteca de Historia Familiar.
“Cada vez que se agrega contenido nuevo en internet, hay una aumento notorio en el patrón del tráfico en línea”, dijo Nauta. “Los consumidores están hambrientos de registros de interés para su historia familiar”.
Alpert cree que el aumento en el interés se debe en parte a los recientes programas de televisión Faces of America de PBS y Who Do You Think You Are? de NBC, en los que se muestran celebridades que descubren sus árboles genealógicos con la ayuda de expertos. El programa de NBC tuvo una audiencia de 6.5 millones de personas por episodio.
“Los programas son maravillosos, porque tocan un nervio emotivo y es lo que hace que las personas se entusiasmen con su historia familiar”, dijo Alpert, que ha trabajado en su árbol genealógico durante 30 años y que ha recorrido todo el país buscando documentos y otras pistas. “Cuando uno sabe lo que vivieron sus ancestros, se aprecia más por qué uno es la persona que es”.
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