Han sido 12 los satélites artificiales enviados al espacio por México. En el cumplimiento del deber han fallecido siete: Morelos I y Morelos II, por cuestiones de edad; Solidaridad I, por una afección de fallas eléctricas (ambos habían costado más de 300 millones de dólares y para ellos hubo un nuevo centro de Control en Hermosillo, Sonora); Solidaridad 2, en 2012, de causas naturales. De igual manera Satmex 5, en 2013; y Satex 1 que fue un aborto. También dijeron adiós por causas naturales los de carácter académico: Unamsat 1, en 1995 y Unamsat B, en 1997.
 
El Morelos I, fue puesto en órbita en 1985 por el transbordador espacial Discovery. El Morelos II, el mismo año por el Atlantis. Después vendrían los Solidaridad. El primero lo colocó el cohete Ariane en 1993 y el segundo también un año después.

Para 1995 se fundó Satélites Mexicanos S.A. de C.V. y previo a entrar en operación fueron lanzados otros dos.

En la actualidad orbitan la termosfera los aparatos mexicanos: Satmex 6, Satmex 8, Quetzat 1, Mexsat 1 centenario, Mexsat 2, Mexsat 3 (Bicentenario). Su gemelo, el Centenario, será lanzado en diez días más: el 29 de abril a la media noche de México, desde Baikonur, en Kazajistán, por la empresa rusa International Launch Services (ILS), registrada en los Estados Unidos y cuyo principal accionista es el Khrunichev State Research and Production Space Center. Operará vía la Banda L, cuyas condiciones son para comunicaciones móviles entre personas, transportes terrestres, buques y aeronaves, a través de dispositivos o terminales de uso satelital. Su vida útil será de 15 años. Además, en el último trimestre del año esperan disparar el Mexsat 2 (Morelos III).

Y hay otro, el Ulises I, el primer monosatélite mexicano, terminado en 2014 y esta en proceso de lanzamiento. Fue creado por el Colectivo Espacial Mexicano, bajo la dirección de Juan José Díaz Infante Casasús. Su misión espacial está considerada como un proyecto que conjunta arte y ciencia, con base en tecnologías de avanzada.

Aseguran los del Colectivo que, el Ulises I, ha recibido el apoyo de la Federación Internacional de Astronáutica (FIA), en particular del "IAF Technical Activities Committee for the Cultural Utilization of Space". Origina expectativas en el mundo de la cultura, al generar una nueva línea de desarrollo interdisciplinaria que permitiría que México avance en el uso de las tecnologías satelitales en beneficio de su sociedad y permitiría gestar misiones espaciales con propósitos científicos, culturales, académicos, educativos y sociales, con impacto nacional.

Y sí, tal como ha señalado el director general de la Agencia Espacial Mexicana, Javier Mendieta Jiménez, 2015 está siendo un año clave para México en materia espacial satelital, no solamente porque por vez primera en la historia fue incluido en un Plan Nacional de Desarrollo (el 2015-2018) el concepto de infraestructura espacial, sino además de que este año se lanzarán dos grandes satélites de telecomunicaciones, el Centenario y el Morelos III; disparos que coinciden con la conmemoración de los 30 años del lanzamiento de los satélites Morelos I y II, realizada esta última desde el Atlantis, cuando el primer astronauta mexicano, Rodolfo Neri Vela viajó en una misión espacial.

Este año también, tras un convenio educativo firmado, la Agencia Espacial Mexicana enviará la primera generación de estudiantes a formarse en la agencia espacial estadounidense (NASA).


* Protagonistas de las telecomunicaciones
Calificados como "protagonistas principales de las comunicaciones en el mundo, porque gracias a éstos recibimos señales de televisión, de radio y teléfono, o tenemos información valiosa del clima, de nuestro medio ambiente y del espacio", los satélites artificiales hoy son imprescindibles.
Aseguran que, inclusive, detectan la "firma", es decir la estela que los seres humanos o los objetos tienen. Viajan en línea recta, como un fino rayo a la velocidad de la luz. La única condición es que no debe haber obstáculos entre las estaciones receptoras y emisoras.

Señala el doctor Dionisio M. Tun Molina que el diseño de los satélites ha evolucionado desde aquellos años del Sputnik I hasta la actualidad; sin embargo, su razón de ser sigue siendo la misma, así como la de la mayor parte de sus elementos. "El paso del tiempo y los logros en las tecnologías han proporcionado instrumentos más precisos, sistemas de provisión de energía eléctrica más potentes y componentes de menor peso, pero todos ellos, en esencia, no han cambiado mucho, hay quienes afirman que la Astronáutica es aún una ciencia demasiado joven", precisa.

Los satélites de comunicación, explica, se ubican en la intersección de la tecnología del espacio y la de las comunicaciones. Constituyen la aplicación espacial más rentable y, a la vez, más difundida en la actualidad. Las transmisiones en directo vía satélite, ya son parte de nuestra cotidianeidad, por lo que no tienen ningún carácter especial. Para la difusión directa de servicios de televisión y radio, telefonía y comunicaciones móviles sólo son necesarios sencillos receptores y antenas parabólicas cada día más pequeñas.

Sobre los de meteorología expone: "...aunque se puede afirmar que son científicos, son aparatos especializados que se dedican exclusivamente a la observación de la atmósfera en su conjunto. La comprensión de la física dinámica atmosférica, el comportamiento de las masas nubosas o el movimiento del aire frío o caliente resultan indispensables para realizar predicciones del clima, pues sus efectos impactan de manera irremediable las actividades de los seres humanos aquí en la Tierra".
(Y por cierto, ellos, los satélites artificiales, han abierto el arcón de las sorpresas para la ciencia. Descubrieron, por ejemplo, el agujero en la capa de ozono).

Respecto de los satélites militares, la explicación es: son aquellos que apoyan las operaciones de la milicia de ciertos países, bajo la premisa de su seguridad nacional. La magnitud de sus programas espaciales militares es tan grande y secreta que hasta hace poco sólo se podía valorar por el número de lanzamientos que suponía habían realizado.

"Algunos satélites especiales -cuya identidad es protegida con mayor recelo- pueden realizar escuchas electrónicas ("elint" o inteligencia electrónica) que permiten captar conversaciones telefónicas o radiofónicas desde enormes distancias. Algunas de ellas podrían consistir en órdenes de ataque, las cuales hay que interceptar. Es tal el éxito de estos satélites que muchas de las transmisiones deben ser codificadas. Destacan aquí los programas Jumpseat, Chalet/Vortex, Orion, Magnum/Aquacade, Tselina, etcétera".

* Retos del sector espacial mexicano
El sector académico de México, de acuerdo a la historia, también intervino en esta carrera espacial, y en 1995 y 1996 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lanzó dos satélites UNAMSAT de órbita polar LEO, ambos con fines experimentales. Para ello habría creado desde 1991 el Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE), bajo la dirección del doctor Alfonso Serrano.

El UNAMSAT 1, cuya finalidad fue el estudio estadístico de las trayectorias de impacto de los meteoritos en la atmósfera terrestre, fue el primer satélite de fabricación mexicana. Fue lanzado desde una base militar en Plasestsk, Rusia, el 28 de marzo de 1995, pero una falla en el IV estadio del Start 1 ruso malogró el lanzamiento.

Así el UNAMSAT-2, su gemelo, después llamado UNAMSAT B fue disparado el 5 de septiembre de 1996, desde el cosmódromo de Plesetsk. En agosto de 1997 se reportó que comenzaron a tenerse problemas en el sistema de alimentación de poder, con lo que se dio por perdido al satélite.

Hoy, conforme al Programa Nacional de Actividades Espaciales, entre los retos del sector espacial están: Equilibrar los intereses públicos, privados y de la sociedad civil, para atender las necesidades de la población mediante el uso de infraestructura espacial; procurar y estructurar el financiamiento para la realización de todas las etapas del ciclo de vida de los activos de la infraestructura espacial; transitar eficazmente hacia sistemas y soluciones espaciales, soberanos y sustentables, al operar con suficiencia de recursos de capital humano, científico, tecnológico y financiero; evaluar integralmente y apoyar las iniciativas y propuestas de proyectos, productos y servicios espaciales de mayor beneficio e impacto social, económico y geopolítico.

También: lograr que la sociedad mexicana valore al espacio como un bien público y factor de progreso social y económico; y lograr el reconocimiento de la Agencia Espacial Mexicana como organismo estratégico y de consulta del Estado Mexicano, en los asuntos que impliquen el uso de tecnología e infraestructura espaciales.

En cuanto a la perspectiva para el año 2030 es: contar con una infraestructura espacial soberana y sustentable, construida con las capacidades y competencias tecnológicas que soportan la tecnología de los aspectos críticos de su estructura y funcionamiento.

La pretensión es contar, entre otros avances con: lanzadores manufacturados en el país; plataformas satelitales modulares; instrumentación para las diferentes cargas útiles y misiones científicas y tecnológicas relevantes; competencias de desarrollo de aplicaciones tanto para el diseño de las misiones de los sistemas de control robótico, así como los sistemas de intercomunicación e interacción en red de los diferentes dispositivos tanto del segmento espacial como del terrestre y de los instrumentos de los lanzadores y vehículos espaciales; estaciones terrenas de telemetría y telecontrol, estaciones maestras receptoras, así como antenas y estaciones retransmisoras y dispositivos terminales con sus aplicaciones para usuarios; observatorios espaciales coordinados con los grandes proyectos internacionales de la humanidad; y participación en misiones internacionales de exploración espacial.