En realidad, no lo sabemos todavía. Y quizá no lo sepamos hasta el día en que amarticen allí los científicos e investiguen.
Pero, a juzgar por lo que sabemos hoy día, parece probable que exista vida en Marte. Cierto es que la sonda Mariner IX, colocada en órbita a unas mil millas sobre la superficie de Marte, no observó ningún signo de vida, pese a que rastreó todo el planeta. Pero la Tierra, vista desde la misma distancia y con los mismos métodos, tampoco revelaría ningún signo de vida.
La atmósfera de Marte está muy enrarecida, es cien veces menos densa que la de la Tierra, y lo poco que hay es casi todo ello anhídrido carbónico. Por otra parte, Marte dista del Sol vez y media más que la Tierra, de modo que de noche la temperatura alcanza cifras antárticas y en las regiones polares hace suficiente frío para congelar el anhídrido carbónico.
El hombre no podría sobrevivir en ese medio sin una protección especial. Ni, para el caso, ningún animal terrestre. Los colonizadores de Marte (colonizadores terrestres, se entiende) tendrían que vivir en cúpulas o en cavernas subterráneas. Pero ¿quiere eso decir que en Marte no puedan existir formas complejas de vida, adaptadas a las condiciones de este planeta? Puede que las posibilidades sean escasas, pero tampoco podemos eliminarlas del todo.
¿Qué decir, por ejemplo, de formas de vida muy simples, plantas del tipo de los líquenes o microorganismos parecidos a las bacterias? Aquí las posibilidades son ya mejores, incluso bastante buenas, diríamos.
Admitimos de entrada que también había esperanzas de que en la Luna existiesen formas simples de vida y que todo ello quedó luego en nada. Pero es que Marte ofrece un medio ambiente mucho más favorable que la Luna. Marte está mucho más lejos del Sol y tiene una atmósfera que ofrece cierta protección, de modo que está mucho menos sometido a la radiación del Sol, que rompería las complejas moléculas necesarias para la vida.
Además, al ser Marte más frío y más grande que la Luna, es también capaz de retener las sustancias volátiles que sirven como puntos de arranque fundamentales para la vida. Marte es rico en anhídrido carbónico y, sin duda alguna, tiene agua. A partir de ahí puede formarse la vida. Si, como se ha comprobado, ciertas formas de vida terrestre sumamente simple son capaces de sobrevivir en condiciones marcianas simuladas, tanto más cierto será esto en el caso de formas de vida adaptadas desde el principio a las condiciones de ese planeta.
Las fotografías tomadas por el Mariner IX demuestran que las condiciones en Marte no tienen por qué ser tan rigurosas como las que imperan hoy día. Hay regiones volcánicas, así como un volcán gigante, el Nix Olympica, que es dos veces más ancho que cualquier volcán de la Tierra. Lo cual significa que Marte es un mundo geológicamente activo, capaz de experimentar cambios.
La faz de Marte muestra además marcas ondulantes que tienen todo el aspecto de cauces fluviales y cuyas características, según conjeturas de algunos astrónomos, demuestran que no hace mucho (geológicamente hablando) llevaban todavía agua. Es más, los casquetes polares de Marte parecen pasar por períodos alternados de crecimiento y recesión.
Es posible que Marte alterne entre una especie de largo invierno, durante el cual se hiela casi toda la atmósfera y el resto está muy rarificada (como ocurre en la actualidad), y una especie de largo verano, durante el cual casi toda la atmósfera se derrite y adquiere una densidad parecida a la de la Tierra.
Así, pues, es posible que en el suelo marciano yazgan latentes ciertas formas de vida y que, cuando llegue el verano y la atmósfera se espese y el, agua corra, la vida florezca en mayor medida de lo que cabría hoy esperar.
Referencia: 100 Preguntas Básicas sobre la Ciencia, © 1973 by Isaac Asimov